Por Kerim Martínez/ Entre las propuestas más recientes de la Sala Julián Carrillo de Radio UNAM se encuentra Cazadora de cometas, música de las esferas con dramaturgia de Luz Angélica Uribe enfocada en la vida de los músicos y astrónomos William y Carolina Herschell. La obra se centra en Carolina, una mujer insegura y poco afortunada físicamente: desfigurada, marcada por la viruela y contrahecha por el tifus. Al no tener un lugar en la sociedad victoriana, dedica su vida a asistir a su hermano William y así convertirse en su sombra. Colabora con él para el diseño y construcción de telescopios. Descubre ocho cometas (seis llevan su nombre) y pasa su vida catalogando estrellas y transcribiendo información sobre el cosmos. Es considerada la primera astrónoma profesional y mayormente reconocida tras su muerte a los 97 años.
Es acertada la dirección de Emmanuel Márquez (De la oreja al corazón, La pequeña Mozart, Guillermo y el nahual) que convierte un texto meramente didáctico (plagado de datos históricos) en un montaje divertido donde siempre pasa algo atractivo en el escenario. Su propuesta visual es muy seductora: los diseños de la vestuarista Adriana Ruiz recrean una estética steampunk, movimiento artístico y sociocultural que enfatiza la tecnología anacrónica y mezcla la perspectiva victoriana con invensiones futuristas. Pocas veces podemos ver este estilo arriba de un escenario; es más usual toparse con él en la pantalla grande, por mencionar algunos ejemplos: La invención de Hugo (Martin Scorsese, 2011), Sherlock Holmes: juego de sombras (Guy Ritchie, 2011) y Wild Wild West (Barry Sonnenfeld, 1999).
El escenario está bien equilibrado a pesar de contar con muchos elementos de utilería realizada por Felipe Lara. Nada sobra, todo se usa en algún momento y predomina el mismo estilo del vestuario; un enorme telescopio color cobre que desplazan por el lugar asombra a la vista y la silla de ruedas de la madre Hershell está intervenida con mangueras metálicas. Por todo el espacio se distribuyen distintos instrumentos musicales que los actores utilizan en varios momentos para establecer una exploración acústica, desde un caracol prehispánico hasta mangueras de construcción que emiten ruidos particulares al girarlas con el brazo. Como momento sonoro sobresale la melodía que Uribe logra con un juego de copas de cristal con líquido iluminadas por luces leds en tonos azules.
Sergio Cuéllar interpreta a dos personajes: William y la madre. El actor se desdobla de forma histriónica para lograr esta creación enloquecida que asfixia a Carolina Herschell (Luz Ángelica Uribe) y la lleva a empatizar con su personaje logrando una caracterización interna y externa admirable. Durante una hora de duración, el director los entona en farsa para cautivar a sus espectadores, particularmente al público joven.
La sala Julián Carrillo ofrece de manera gratuita una amplia cartelera para los espectadores que incluye espectáculos de danza, obras de teatro, ciclos de cine, lecturas dramatizadas, presentaciones de libros y conciertos. Cazadora de cometas, música de las esferas se convierte en un espectáculo atemporal donde se pueden escuchar melodías de Mozart, Bach y Hershell; oír a los personajes diciendo frases de William Shakespeare, Carl Sagan o algún astrólogo afeminado contemporáneo y donde se pueden ver personajes históricos que parecen máquinas humanas y hacernos creer que todo es posible en un enorme universo donde caben otros universos con un sinfín de interconexiones, entre la astronomía, la música y el teatro.
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